¿Dónde reside la verdad?

Aparentemente ésta parece ser una pregunta muy compleja de responder, aunque en el fondo no sea exactamente así. ¿Conoces el caso de esas personas a las que tras haberle bendado los ojos, los colocan alrededor de un elefante con la intención de que a través del tacto, tengan una idea de cómo un elefante es? Y es que para cada uno, desde el lugar desde el que le tocó posicionarse, éste será muy diferente al experimentado desde otro ángulo.

¿Dónde reside entonces la verdad? En todos lados. Realmente estamos inmersos en ella. En ese caso, ¿por qué tanto empeño en querer convencer al otro de mi verdad? ¿por qué no abrir la mirada y la mente y como en el ejemplo del elefante respetar la visión ajena, por muy diferente que parezca de la nuestra?

¿Por qué no abrirnos a la libertad que ofrece no creerse el conocedor de la verdad absoluta? Cuando respetamos la visión del otro desde una sincera aceptación, nos permitimos la oportunidad de enriquecer nuestra comprensión y al mismo tiempo, ofrecemos al otro nuestro respeto, invitando con ello a que hagan lo mismo con nosotros. Desde ese lugar.... sólo pueden crecer flores....